El regalo del feedback – Parte 2

Llegó el día de reunirme con mi jefe y estaba un poco ansioso, creí que me iba a decir que no lo he hecho muy bien, mi experiencia en los feedback, por lo general, son baldes de agua fría. Sin embargo, debo confesar que estaba bien contento y agradecido por el detalle del café que, a propósito, llegó a la hora y estaba delicioso (venía con un chocolate, so nice!).

LA REUNIÓN

Al inicio de la conversación ya comencé a observar las diferencias. Empezó a darme contexto, un resumen de las conversaciones anteriores para luego darme la palabra, preguntar cómo me he sentido durante este período de confinamiento, si he tenido las herramientas para hacer mi trabajo, si hay algo que pudiese estar afectando mi desempeño, si hay algo que necesitara de su parte para hacer bien el trabajo.

Todas estas preguntas de alguna manera me llevaron a conectar con mi jefa desde el lado humano, cercano y me permitió compartir mi estado emocional, mis dolores y mis dificultades.

Luego continuó la conversación con todas las fortalezas que ella ha visto en mí durante este tiempo. Cualidades, habilidades, competencias y actitudes observadas en avances, logros, resultados. Reconozco que esta forma de iniciar no solo me sorprendió sino también me llevó a un lugar de confianza, apertura, escucha y respeto. 

Más adelante llegó lo que tanto temía, “las bolsas de basura” como le digo, es decir, todos los aspectos que necesito mejorar. Si estás leyendo esto jefa, te quiero dar las gracias. La manera en que me mostraste esto permitió tomarlo de la mejor forma, fuiste honesta, oportuna, clara (específica) y equilibrada (no cargaste tu mensaje a lo positivo ni a lo negativo). De alguna manera, me ayudaste a rectificar lo que no estaba haciendo bien, reforzaste lo que sí y propusiste cambios a las conductas que, con pequeños ajustes, podrían tener un resultado de mayor impacto.

Supiste poner al servicio de mi desarrollo profesional, tu experiencia y me invitaste a reflexionar sobre mis acciones, sus consecuencias y resultados. Para ser honesto, siento que me diste un regalo, que me permitió crecer, desarrollarme y por fin entendí esa frase que alguna vez escuché del gran Mario Benedetti: “De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves, que te enseñen a mirar con otros ojos”.

Gracias porque logré romper el paradigma de un feedback negativo o positivo, aprendí que solo existen acciones y conductas que tienen ciertos resultados. Gracias por no apuntarme con el dedo, por no juzgarme, y proponer mejoras enfocadas en conductas a cambiar y no en mí.

Si quieres profundizar más en cómo comunicar las fortalezas y aspectos a mejorar, te sugiero revisar este reportaje

Aún recuerdo antes del último momento de esta conversación que estuvo centrado en los Compromisos (acciones para la mejora), me diste las gracias por el trabajo hecho hasta ahora y el ser parte del equipo.  Cómo te explico la forma en que me estoy haciendo cargo de esos compromisos. Me llenaste de entusiasmo, me desafiaste y ya estoy con ganas de volver a conversar.

Finalmente comprendí que un feedback con estas características siempre es favorable. Quiero invitarte a reflexionar sobre el impacto que tendría en los equipos de trabajo si nos disponemos a dar y recibir estas conversaciones durante el año, dándonos permiso para aprender y desarrollarnos, y en definitiva conectar con la gratitud de un verdadero regalo.

¿Y tú, ya pensaste en el regalo que le vas a dar a tu equipo?

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